Thursday, April 26, 2007

De Laurentiis: El productor de las galaxias (II)


Tres años mas tarde, en 1983 el para entonces mas que adinerado propietario del rancho skywalker, cierra su trilogía con una autocomplaciente tercera parte plagada de concesiones al sector mas joven de la audiencia.

De Laurentiis decide contraatacar de nuevo, y tira la casa por la ventana. Contrata a un joven director de cabellos revueltos responsable de la película mas bizarra y rompedora del momento: David Lynch. Con el único bagaje a sus espaldas de Eraserhead y Elephant Man, Lynch se embarca rumbo a México para rodar una superproducción ideada para hacer caer en el olvido a la trilogía de Lucas.

Cientos de extras, unos decorados barrocos e inigualables, estrellas del pop (Sting), viejos conocidos(Max Von Sydow de nuevo), y lo que seria gran parte del posterior elenco habitual de Lynch ( Kyle McLachlan, Freddie Jones, Brad Douriff) se ponen manos a la obra de lo que llegaría a ser el mejor y mas fascinante despropósito de la historia del genero: Dune.

La serie de novelas había cosechado un gran éxito pero Lynch, se pasa por el arco del triunfo la estética descrita en los libros y la lleva a su terreno: Un planeta desierto recorrido por descomunales penes gigantes, un malvado que trama sus planes desde un planeta-matadero-consulta dental coleccionando enfermedades, la cofradía, sacada a fuerza de cirugía pesada de las entrañas palpitantes del expresionismo alemán, el emperador y su cohorte “Sissy emperatriz”, los ojos azules, Silvana Mangano dando yuyu con sus cameos…
La única palabra que se me ocurre es ESPELUZNANTE.

Y de nuevo resulto ser un estrepitoso fracaso. Si bien a largo plazo ha resultado ser una película de culto, a corto plazo al menos permitió que Lynch pudiese rodar con la producción de De Laurentiis la importantísima Blue Velvet (1986).

Es innegable que a pesar de las evidentes diferencias entre ambas películas se detectan los valores de producción de De Laurentiis: los decorados, los trajes, la presencia de actores europeos, la apuesta por directores sólidos/innovadores, etc.

Pero hay algo mas que une a ambas películas de una forma mucho mas intima. Mientras Lucas hace avanzar el genero renovando su apariencia estética, De Laurentiis hace una apuesta mucho mas interesante. Decide pervertir el genero desde dentro. Coge el molde de la fantasía camp y lo retuerce trufándolo de sexo y apuestas estéticas dignas de un sueño humedo del Joker.

Eso si, con claras diferencias:
Lo que en Flash Gordon es calenton recreativo, en Dune se torna en sexualidad corrupta. El ubermensch de manual en Flash Gordon se refleja en un mesias oscuro con problemas edipicos en Dune. Ming pasa a ser el Barón Harkonnen, compendio del monstruo Lynchiano atrapado en un mundo de dolor y de pulsiones homo eróticas.

En pocas palabras, si pones Flash Gordon fuera de la nevera y dejas que se pudra durante una semana al calor del verano te encontraras una película llena de gusanos que se llama Dune.

Visto desde la distancia, lo único que consiguió Lucas es infantilizar el genero y crear las aburridas “family movies” que campan a sus anchas en la cartelera actual. De Laurentiis consiguió crear dos totems en el mausoleo de las películas incomprendidas.

Yo lo tengo claro. De Laurentiis lava mas blanco.

1 comment:

Daniel Alcayaga said...

Si bien no me considero un experto, este es uno de los mejores análisis que he leído sobre Dune y Flash Gordon.