Sunday, January 6, 2008

He can teach us to type but can't teach us to grow tits


Aaron Sorkin, responsable de The West Wing y Studio 60 vuelve a la gran pantalla con Charlie Wilson’s War, una comedia sobre el rearme de Afganistán en los anos 80.
Si, has leído bien. Una comedia. Sobre la inyección de armamento en Afganistán.
Que quien pagaba el armamento? El gobierno americano, claro. Quien si no. Si, si, en Afganistán, cuna de los talibanes y demás. Acaso no recuerdas quien luchaba codo con codo con Rambo en la tercera entrega de sus aventuras? Los muyahidines afganos, los mejores colegas de los yanquis contra el poder rojo antes de que decidieran coger un billete a Nueva York para presentar sus respetos. Billete solo de ida.
Pese a ser algo mas explicita que otras, esta película se circunscribe en la nueva ola de cine político made in Hollywood. Ya no hace falta adoptar un tono dramático (Missing, Nacido en el 4 de Julio) para explorar las miserias de la política exterior americana. Siguiendo los doctos pasos del Profesor Kubrick (Teléfono Rojo) una película política puede tener el formato de una película de acción (Bourne), ciencia ficción (La Guerra de los mundos), de espías (Syriana) , de película de catástrofes (United 93) o de una comedia, en el caso que nos ocupa.
Una millonaria adicta al sexo, iluminada por dios y una dieta generosa en Bourbon. Un senador de alta cuna, baja cama y conexiones poco recomendable. Un agente de la CIA clavadito a una cama sin hacer. Interpretaciones de copete (ojito con Phillip Seymour Hofmann), un ritmo infernal y un cinismo a prueba de balas.
Si yo fuera Ken Loach me pasaba a dirigir cine porno, genero en el que el maniqueísmo es mucho más sencillo de digerir.