Saturday, December 16, 2006

Black Rain o la insondable levedad de los 80


Michael Douglas es un macarra y esta atrapado en los años 80.Todavía trabaja de policía en Nueva York. Todavía esta lejos el traslado a San Francisco. Aun no sabe lo placentero que es follar con la vida pendiente de un picahielos descuidado.
Acaba de divorciarse y para hacer frente a la crisis se ha regalado una Harley de gran cilindrada, una chupa de cuero y gafas de sol. Nada le pone mas que participar en carreras clandestinas bajo el Brooklyn Bridge.
Esto no es el único aspecto ilícito de la vida de Michael. Es un policía sucio con muchas deudas que cubrir. Asuntos Internos quiere echarle el guante. Su carrera profesional pende de un hilo.

Durante el almuerzo, un tiroteo entre yakuzas se entromete entre los maderos y unos suculentos teka-makis con tempura.

Pero Michael Douglas es un macarra. Los años 80 fluyen en su torrente sanguíneo. Detener al sanguinario yakuza es algo que no puede esperar a los postres. Dicho y hecho.
Su jefe, todo mal humor y nicotina les encarga escoltar al yakuza hasta el país del sol naciente.

Tras un viaje en avión, en el que Michael practica una endodoncia a hostias sobre el prisionero, nuestros policías favoritos sufren un lost in translation total y entregan al prisionero a su propio clan yakuza a cambio de una factura de lavandería.

La policía nipona, estupefacta se hace cargo del caso. El jefe de Michael se ha transformado en un teléfono aullador. Le quiere de vuelta. Michael sabe que si vuelve su carrera se ha acabado. Tendrá que vender la moto. Tendrá que vender su chupa de cuero. Mierda, tendrá que entregar su placa.

La decisión esta tomada: quedarse en Tokyo y detener al yakuza. En el vocabulario de Michael eso tiene un nombre: vacaciones.
Atrás queda el anuncio de Winston en el que vivía en Nueva York. Ahora esta preso en un anuncio de colonia en el que los años 80 han tomado la realidad a punta de katana:
Nunca es de día en Japón, siempre es Neon. Tokyo esta lleno de neon y de humo. Tokyo no es sino neon y humo. Esto a Michael-san le jode.
Los yakuzas van en motos tan modernas que su Harley no es sino una reliquia del pasado. Esto a Michael-san le jode mucho.
Los yakuzas llevan gafas de noche. Quizás sea para evitar el brillo del neon. Esto a Michael-san le jode vivo.

La mujer de Spielberg regenta un prostibulo. Pero Michael esta tan cabreado que no tiene tiempo para el amor. Tokyo es la escenificación de su ‘mid-life crisis’ y tendrá que poner los cinco sentidos si quiere seguir con vida para coger el avión de vuelta. Tokyo es el presente. Tokyo es el futuro. Konichi wa, Michael-san. Bienvenido a casa.

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