Monday, November 27, 2006

Washington Redskins 17-Carolina Panthers 13


Rito de iniciación en la cultura americana: partido de rugby.
Quedo con un amigo en una parada de metro. Llevo dos barriles de cerveza a la espalda en una bolsa térmica. Si hay algo que odio mas que ver deporte en vivo es beber cerveza caliente.

Llegamos al estadio hora y media antes de que el partido empiece. El descomunal parking esta abarrotado: familias, ex-presidiarios, policías, bandas de música, barbacoas, neveras repletas de cerveza...
Mi amigo y yo nos acabamos las cervezas traídas hasta este punto con el sudor de mi frente y entramos al estadio en busca de mas.”Mas” es una palabra importante en este país así que se aseguran que puedas encontrar “mas” en casa esquina del estadio. No es la una de la tarde y ya estoy borracho.

Andamos diez minutos por las rampas hasta llegar a nuestros asientos. Están en la ultima grada. Cerca de los focos. A mas de 100 metros del campo.
Nunca he estado en un sitio tan grande. Nunca he estado en un sitio tan lleno de gente. 90.000 susurra mi amigo. Dos! respondo asustado, con los ojos enrojecidos. Entiende todo a la perfección y pide 4 cervezas. El vendedor, con la nevera a cuestas nos pasa unas latas heladas.

El partido comienza. No entiendo nada pero da igual. Pese a que pongo toda mi atención, la pelota parece cambiar de bando aleatoriamente. El que no cambia de bando es el chico de las cervezas. Sabe que somos presa fácil. No se mueve de nuestro lado. Establecemos una cadena en la que salen dólares de nuestros bolsillos y vuelven cervezas. Si fuéramos un incendio estaríamos apagados desde hace un rato. Pero no, somos fans, y estamos ardiendo.

El partido prosigue y el equipo local aprieta. Y 90.000 gargantas gritan. Yo grito. Mis gritos son salvajes, multiplicados por 90.000 gargantas. Tan salvajes que no se ni lo que digo. Me limito a aullar.
Mi amigo pega golpes en la silla de plástico. Yo pego golpes en la silla de plástico. 90.000 personas golpean sus sillas de plástico. Siento que el mundo entero va a estallar.
Un chico pasa a nuestro lado. Vende perritos calientes. Compramos dos para mi amigo y dos para mi .Quedan 10 minutos. La intensidad del evento se masca en el ambiente. La intensidad sabe a perrito con cebolla y mostaza.

El arbitro toma una decisión polémica. 90.000 gargantas abuchean. La cólera me invade. Estamos lejos del campo pero puedo hacerlo. 90.000 gargantas no se pueden equivocar. Todos queremos lo mismo. Agarro el segundo perrito y lo lanzo contra el arbitro. Esta lejos pero siento que puedo hacerlo. Lo lanzo con todas mis fuerzas, con las fuerzas de 90.000 brazos. El proyectil ( un obús de frankfurt y pan, escoltado por salvas de mostaza y cebolla) sigue una trayectoria elíptica y letal, para desmontarse y caer en forma de metralla sobre el publico cuatro filas mas adelante. Desequilibrado caigo de forma aparatosa sobre el tipo que esta enfrente de mi.
El resto, es confuso.

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